EDITORIAL INVITADO
Cirugía video-laparoscópica y otras mínimamente invasivas
¿Quiénes serán nuestros relevos?
Autor:
Dr. David Perdomo Leyva
Hospital General Docente Dr. Joaquín Albarran. La Habana, Cuba.
"Que
absurdo el abstenerse de aprender con el pretexto de que se ha pasado mucho
tiempo sin hacerlo. -Es preciso aprender mientras dure la ignorancia."
Lucio Anneo Séneca
A pesar de transcurrir la primera década y media del siglo XXI, todavía
no hemos logrado que la cirugía mínimamente invasiva (CMI) sea
la cirugía de mayoría entre nosotros, los urólogos cubanos,
unas veces alegando la falta de instrumental y otras que, para aprenderla primero
hay que estar entrenado como cirujano a cielo abierto para saber tratar las
complicaciones, entre otras justificaciones.
Lo cierto es que
el tiempo pasa, la tecnología se desarrolla exponencialmente y la mayoría
de nosotros no domina estos procedimientos, aún los de menor complejidad
y menos recursos tecnológicos.
Los urólogos
europeos enseñan la cirugía mínimamente invasiva y dejan
en un segundo plano la abierta, pues están seguros de resolver las complicaciones
de la mínimamente invasiva por la misma vía, mientras nosotros
seguimos insistiendo en que debemos ser primero expertos en cirugía abierta
para luego ser expertos en mínimamente invasiva.
¿A qué
nivel está nuestra desactualización tecnológica en la Urología,
una de las especialidades médicas de más desarrollo mundial en
el campo de la cirugía mínimamente invasiva?
Uno de los principales
problemas que ha identificado el autor es el entrenamiento en este campo. Para
ayudar a comprender cuál es nuestra inquietud partimos del concepto de
curva de aprendizaje: que es el tiempo mínimo que requiere un profesional
para dominar determinado procedimiento durante una práctica regular sin
llegar a ser un experto. Conociendo este concepto surgen muchas interrogantes:
¿Se gradúan
de especialistas todos nuestros residentes con el número mínimo
de intervenciones quirúrgicas requeridas pedagógicamente para
dominar determinados procederes?
¿Estamos
enseñando a personas no motivadas o que no tienen habilidades para actividades
quirúrgicas que puedan aprender con pocos casos y que rápidamente
pasen a la práctica de la cirugía mínimamente invasiva?
¿Tenemos
que seleccionar con mayor precisión quienes desarrollaran estas técnicas
menos invasivas?
¿Será
que un grupo debe desarrollarse en cirugía mínimamente invasiva
y otro pequeño en cirugía abierta?
¿Serán
los métodos de enseñanza los que deben cambiar?
¿Cuántos
médicos tenemos en la especialidad, que sabemos no pueden desarrollar
tecnología de punta?
¿Cuántos
ya no tienen edad para desarrollarla?
¿Será
que todavía vemos la cirugía mínimamente invasiva como
ciencia-ficción, la vemos con desconfianza esperando resultados inferiores
a los alcanzados por la cirugía abierta?
¿Entonces,
en qué tiempo prepararemos un médico que entra a la especialidad
con una edad promedio de 30 años para, convertirlo en un experto o, al
menos en un médico competente, con un alto nivel de desempeño?,
¿alcanza su vida útil para el aprendizaje de las dos cosas?
Escribir un editorial
sobre este tema es el resultado de una discusión previa de este texto
en la lista de correo electrónico donde se comentó en este foro
lo concerniente a esta realidad, y por qué no podemos hacerlo diferente:
llevar la cirugía mínimamente invasiva al lugar que se merece
con los recursos que hoy tenemos.
Los urólogos
que participaron con su opinión están de acuerdo en que este es
un tema imprescindible e impostergable, que debe ser identificado como un problema
medular entre los que debemos solucionar como especialidad, e identifican, además
del problema de formación, otros como la falta de apoyo institucional
para la formación continuada en este campo, la necesidad de cambios en
los conceptos tradicionales, el exceso de trabajo asistencial de los urólogos
que están enfrentando los problemas médicos de la especialidad
por falta de personal, e incluso sugieren la posibilidad que puede brindar hoy
el internado vertical para que tempranamente los urólogos puedan recibir
entrenamiento en el campo de la CMA y lleguen a la especialidad a una edad en
que es más probable la adquisición de las habilidades suficientes.
Mientras seguimos
pensando y no tomamos decisiones para cambiar las cosas, la tecnología
sigue su desarrollo exponencial y, a mi modo de ver, se hace mucho más
difícil el aprendizaje pues requiere de mayor preparación y conocimientos
de nuevas tecnologías por parte del que intenta aprender sobre esto.
Recordad que los Urólogos somos eminentemente quirúrgicos.
¿Cuándo
y qué vamos a hacer para resolver este problema?
Si este artículo
sirve para llamar la atención sobre este tema y que los implicados en
revertir esta situación tomemos conciencia del papel de cada uno en este
intento entonces habrá cumplido con su principal objetivo.
Recibido: 30-06-2015
Aprobado:
30-06-2015
Correspondencia:
David Perdomo Leyva Servicio de Urología. Hospital General Docente Dr.
Joaquín Albarran. La Habana, Cuba. Correo: dperdomo@infosol.gtm.sld.cu