Editorial
La salud y la educación son las principales conquistas de nuestra Cuba contemporánea
Health and education are the main conquests of contemporary Republic of Cuba
Javier Rivero Ojeda1٭
1Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas. La Habana, Cuba.
٭Autor para la correspondencia: rojeda@infomed.sld.cu
Recibido:
13/11/2019
Aceptado:
18/11/2019
Diciembre es hermoso para los seres humanos. Trabajamos durante todo un año para alcanzar nuestras metas y proponernos los mejores compromisos para el siguiente período. Los cubanos festejamos fechas significativas de este mes, que por su relevancia jamás pasarán por alto en nuestras casas, centros laborales, grupos de trabajo, y muy especialmente entre nuestros profesionales de la salud y la educación.
El 3 de diciembre se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana y el Trabajador de la Salud. Se escogió esa fecha para homenajear el natalicio del prominente médico cubano Carlos Juan Finlay (1833-1915). El descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla nos demostró con su sabiduría, enseñanza y dedicación altruista lo que somos capaces de hacer para presentar científicamente nuestro criterio y defender, bajo cualquier presión, con la convicción de la palabra y la ciencia, la verdad al servicio de la humanidad.
Nuestro Héroe Nacional José Martí (1853-1895), quien fuera un humanista cabal, comprendió en su época la necesidad de que la ciencia y la investigación debían estar al servicio de todos. Este pensador preclaro convocaba a educar en el hábito de la investigación, en el roce de los hombres y en el ejercicio constante de la palabra.
Por esa y otras razones, el ejército de batas blancas, formado y dirigido a ayudar a todos en cualquier parte del mundo, pone en alto el prestigio de la medicina cubana y del profesional de la salud de nuestro pueblo. Desde la Revista Cubana de Urología felicitamos a los hombres y mujeres que luchan en cada rincón del mundo por lograr el más preciado de los deseos de los humanos: tener salud.
Aparte de brindar nuestra solidaridad de disímiles formas, hacemos ciencia y contribuimos en la formación de las nuevas generaciones. Por estos días nos vienen a la mente el recuerdo de prominentes figuras de la urología cubana como los hermanos Albarrán, Rodríguez Molina, Ajamil, Álvarez Miari, Pernas, Portilla, Presmanes, Alonso, De La Cruz, Morales, Osorio, Gómez Sampera, Valverde, Fuente Ferrer, Paredes, Cordiés, Áreas, Docampos, Rippe, González Rubí, Vigil, Pastrana, De la Llera, Juventino Acosta, entre otros. Ellos lograron llevar a la práctica aquello que expresara nuestro Apóstol de que la educación era como un árbol porque se siembra una semilla y se abre en muchas ramas.
Estos, y muchos otros profesores de la urología cubana, nos mostraron el camino hacia la formación de un hombre nuevo, diferente, dedicado, consagrado y comprometido con el paciente, la sociedad cubana y el mundo en que vivimos hoy. Formar a las nuevas generaciones, llevar a todos los rincones de nuestro país y el mundo el ejemplo de salvar vidas humanas, por encima de cualquier sacrificio y obstáculo, ha sido un pilar fundamental en el trabajo y la formación educacional y profesional de nuestros educadores. Se cumple así con la hermosa tarea de preparar a los seres humanos para la vida.
Para quienes somos capaces de brindar nuestro conocimiento en pro de mejorar la salud de los pueblos, la preparación de las nuevas generaciones es otro de nuestros principales desafíos. Debemos pensar que cada día que colaboramos con la docencia, no solo trasmitimos conocimientos sino que formamos valores y forjamos principios éticos en los hombres y mujeres que nos relevarán.
Vivimos una época de cambios constantes. El avance de la tecnología, el desarrollo de la ciencia y el acceso a los medios aumentan cada día más. No podemos olvidar la esencia de nuestra formación que nos permite saber de dónde aprendimos, cómo llegamos, cómo seguimos y hacia dónde vamos. El mundo se mejora, se industrializa, se perfecciona y se computariza. Ante este escenario desafiante, tenemos el deber de prepararnos para dominar el uso de las nuevas técnicas para ponerlas al servicio de quienes las necesitan.
La cirugía mínimamente invasiva, el láser, la robótica, la telemedicina, la nanociencia, los estudios genéticos, el progreso de la farmacología y las investigaciones con bases científicas bien predeterminadas, todas en su conjunto nos llevarán a un futuro próspero y exitoso.
Nuestros profesores tienen la altísima responsabilidad de conseguir que se cumplan estos principios básicos de la formación. Tenemos que dedicar el mayor esfuerzo a lograr tales propósitos. Sabemos que podemos contar con ellos porque las nuevas generaciones de profesores han sido preparadas por nuestros maestros, que supieron educar trasmitiendo no solo conocimientos y avances de la tecnología sino valores y principios.
El 22 de diciembre celebraremos en Cuba el "Día del Educador". Los alfabetizadores Conrado Benítez y Manuel Ascunce Domenech fueron asesinados en 1961 por grupos contrarrevolucionarios. Ellos dejaron sembrado con su ejemplo la virtud del verdadero objeto de la enseñanza, al decir de Martí. A juicio de aquel culto escritor, la labor educativa consistía en preparar al hombre para que pudiera vivir por sí decorosamente, sin perder la gracia ni la generosidad del espíritu, y sin poner en peligro con su egoísmo o servidumbre la dignidad y fuerza de la patria.
Precisamente, el 22 de diciembre de 1961 el gobierno revolucionario declaró ante su pueblo y el mundo que Cuba se convertía en territorio libre de analfabetismo. A muchos pueblos hemos llevado la enseñanza, incluso en varios idiomas. Cuba ha contribuido de manera esencial a que el conocimiento esté en las manos de todos. Llegue nuestro reconocimiento a los educadores.
En diciembre celebraremos, además, otras fechas importantes. Por ejemplo, el 5 felicitamos a los constructores y el 6 a los estudiantes de la enseñanza media superior. El 24 se espera la Navidad. Despedir al viejo año y recibir al otro significa regocijo y alegría de vivir junto a la familia. Pero ningún cubano digno podrá pasar por alto una fecha memorable al filo de la medianoche del 31 de diciembre. Dondequiera que esté ese cubano recordará y celebrará un gran triunfo, uno más importante, no uno cualquiera, sino un triunfo de todos: del pueblo y para el pueblo.
Unidos continuaremos la obra que nos legaran los científicos, educadores y patriotas de nuestra nación, sin olvidar que la educación empieza con la vida y no acaba sino con la muerte, como enunciara el Maestro en La Edad de Oro.