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Resultados de la pieloplastia laparoscópica en el Centro Nacional de Cirugía de Mínimo Acceso

 

Tania González León, Edgar Algarín Villalón, María Elena Suárez Marcillán, Juan Bautista Olivé, Liset Rodríguez-Ojea García, Jorge Luis Hernández Castro

Centro Nacional de Cirugía de Mínimo Acceso

 


RESUMEN

Introducción: La obstrucción pieloureteral es la restricción al flujo de la orina desde la pelvis renal hasta el uréter, produciendo dilatación pielocalicial, que de no tratarse evoluciona al deterioro progresivo de la función renal. Se le conoce como síndrome de la unión pieloureteral (SUPU). El tratamiento es quirúrgico y la técnica desmembrada de Anderson-Hynes ha mostrado los mejores resultados. Se ha descrito su realización mediante abordaje laparoscópico. Objetivos: mostrar los resultados de la cirugía pieloplastia laparoscópica, comentar su factibilidad y su tasa de éxito. Método: Se realizó un estudio descriptivo y longitudinal en 31 pacientes con SUPU atendidos en el Centro Nacional de Cirugía por Mínimo Acceso (CNCMA) entre el 1ro julio de 2010 y el 31 enero de 2014. Se consideraron variables demográficas, evaluadoras de técnica y de resolutividad. Se realizó un abordaje transperitoneal, anastomosis con sutura intracorpórea a puntos separados y remodelación de la pelvis con sutura continua, se colocó catéter JJ retrógradamente. Resultados: Predominó el sexo masculino, el lado derecho, la causa extrínseca. La técnica fue factible en el 100%. Las variables evaluadoras de los resultados de la cirugía se comportaron de acuerdo a lo descrito por otros autores. No se presentaron complicaciones transoperatorias y un 29% postoperatorias, tres grado IIIb y una IVa de la Clasificación de Clavien-Dindo. En el 93,5% la técnica fue resolutiva. Conclusiones: la pieloplastia laparoscópica en el (CNCMA) es una técnica factible, como alternativa de tratamiento para el SUPU en los pacientes adultos, con un aceptable índice de resolutividad y morbilidad.

Palabras clave: cirugía laparoscópica, pielopalastia.


ABSTRACT

Introduction: Pyeloureteral obstruction is the restriction of urine flow from the renal pelvis to the ureter, causing pyelocaliceal dilation that if not treated evolves into progressive deterioration of renal function. It is known as Pyeloureteral Junction Syndrome (PJS). The treatment is surgical and the Anderson-Hynes dismembered technique has shown the best results. It has been described through laparoscopic approach. Objetives: To show the results of laparoscopic pyeloplasty, its feasibility and its success rate. Methods: A descriptive and longitudinal study was made of 31 patients with PJS treated at the National Center of Minimal Invasive Surgery (NCMIS) Centro Nacional de Cirugía por Mínimo Acceso (CNCMA) between July 1st 2010 and January 31st 2014 with the purpose of describing its results. Demographic variables were considered which assess the technique and its feasibility. A transperitoneal approach was carried out, anastomosis with intracorporeal discontinue suture and pelvis remodeling with continuous suture and a JJ catheter was placed retrogradely. Results: The male sex, the right side, the extrinsic cause were predominant. The technique was 100% feasible. The assessing variables of the results of the surgical technique corresponded to what has been described by other authors. There were no transoperative complications, 29 % postoperative; three grade IIIb and one grade IVa according to Clavein-Dindo Classification. In 93,5 % the technique was successful. Conclusions: Laparoscopic pyeloplasty at the (CNCMA) is a feasible alternative of treatment for PJS adult patients, with an acceptable success rate and morbility.

Key words: laparoscopic surgery, pyeloplasty


 

INTRODUCCIÓN

La obstrucción pieloureteral es la restricción al flujo de la orina desde la pelvis renal hasta el uréter, produciendo en consecuencia dilatación pielocalicial, que de no tratarse evoluciona al deterioro renal progresivo. A esta alteración morfo-funcional se le conoce como síndrome de la unión pieloureteral (SUPU). Puede producirse por factores intrínsecos o extrínsecos. Esta última es la más frecuente en los pacientes adultos y con frecuencia se debe a la presencia de un vaso aberrante o accesorio que cruza anteriormente la unión pieloureteral (UPU) o la porción superior del uréter1-3.

El SUPU, generalmente, suele ser unilateral, predominando el lado izquierdo sobre el derecho, aunque se describe que puede ser bilateral entre 10 y 40 % de los pacientes. Para su evaluación se consideran los síntomas, que son el detonante para indicar los estudios radiológicos. La ecografía renal y el UroTAC son los de elección para evaluar las características de la dilatación de las cavidades renales y estudiar la posible causa. La gammagrafía dinámica con MAG 3 ha resultado muy útil para evaluar la obstrucción y el daño de la unidad renal4,5.

El tratamiento quirúrgico está indicado ante la presencia de síntomas y el deterioro de la función renal. La pieloplastia desmembrada de Anderson-Hynes ha mostrado los mejores resultados. La búsqueda incesante de técnicas menos invasivas conllevó primero a la aparición de la endopielotomía percutánea y posteriormente a la aplicación de la Cirugía laparoscópica. El éxito en cada una de estas técnicas depende en gran medida de la adecuada indicación y de la experiencia del equipo quirúrgico.

La pieloplastia laparoscópica fue inicialmente descrita por Schuessler en 1993 y se ha desarrollado como una alternativa de elección porque logra resultados similares a la técnica abierta, adicionando menor morbilidad, convalecencia y estancia hospitalaria. La técnica más aplicada es la pieloplastia laparoscópica desmembrada. La cirugía urológica laparoscópica reconstructiva ha ido evolucionando hacia la asistencia robótica por lo laborioso que resulta la sutura intracorpórea6,7.

En nuestro país existe una incipiente experiencia en la aplicación la pieloplastia laparoscópica, motivo por el cual se realiza esta investigación con el objetivo de describir los resultados, evaluar su factibilidad y su tasa de éxito en el Centro Nacional de Cirugía por Mínimo Acceso (CNCMA) .

 

MÉTODO

Se realizó un estudio descriptivo, transversal de una serie de pacientes atendidos por el servicio de Urología en el (CNCMA), por Síndrome de la unión pieloureteral. De los pacientes que acudieron en el período comprendido entre el 1ro de Julio del 2010 hasta el 31 de enero del 2014 se incluyeron 31 con una función renal relativa superior al 30 %, que además tenían una pelvis extrarrenal, la obstrucción era primaria y se sospechó un vaso anómalo como causa de la obstrucción. Se excluyeron los pacientes con infección urinaria no tratada y/o sepsis, las embarazadas o pacientes con otra causa que constituyera una complejidad adicional para el abordaje laparoscópico o con contraindicación absoluta para este abordaje (miocardiopatía dilatada y coagulopatía no corregida).

Los pacientes fueron evaluados con Ecografía renal, Estudio Doppler de vasos renales, UroTAC, Gammagrafía renal dinámica con MAG 3, cistoscopia y pielografía retrógrada está última realizada el día de la cirugía. A todos se les realizó hemograma, coagulograma, grupo y factor Rh, glicemia, creatinina y urea. Se administró 1 g de cefazolina endovenosa, en el momento de la inducción anestésica. Se colocaron vendajes elásticos en miembros inferiores.

La técnica quirúrgica empleada fue la pieloplastia laparoscópica desmembrada de Anderson-Hynes mediante abordaje transperitoneal. Se colocó catéter ureteral interno-externo retrógradamente, guiado por fluoroscopía, que se ascendió hasta 3-4 cm por debajo de unión pieloureteral, mediante el cual se realizó pielograma retrógrado. Se usó la posición de decúbito supino, con calzo latero-dorsal bajo el lado afecto. Se realizó neumoperitoneo cerrado iniciado con inserción de aguja de Veress, se colocaron tres trócares y por el transumbilical se introdujo óptica de 0o. Excepcionalmente se colocó un puerto adicional.

Se inició la disección mediante incisión de la fascia de Toldt y exposición del riñón. Se liberó el polo inferior y se disecó el uréter proximal y la pelvis renal. Se identificó el vaso anómalo. Se seccionó la unión pieloureteral, resecando el segmento estenótico. Se remodeló la pelvis redundante. Se espatuló el uréter, seccionando longitudinalmente en su borde posterior, se anastomosó a la pelvis mediante puntos separados de Vicryl 3-0 ó 4-0.

Después del primer punto, que fue el posterior, se reposicionó el catéter, que previamente se había colocado en el uréter, en el interior de la pelvis (Fig. 1 y 2). Se completó la anastomosis urétero-piélvica con puntos separados y se suturó la pelvis con puntos continuos de vicryl 3-0. Se colocó drenaje tubular en el área quirúrgica y adicionalmente después de que ocurrió el primer urinoma se colocó un drenaje de Penrose. Se afrontó el peritoneo parietal dejando el área quirúrgica aislada del resto del peritoneo. Por último, se sustituyó el catéter interno-externo por uno tipo JJ, guiados por fluoroscopia, de manera retrógrada.

Los pacientes fueron evaluados en el postoperatorio mediante ecografía renal, UroTAC de ser necesario. La gammagrafía renal se realizó después del primer año de operados. Para evaluar las complicaciones se tomó en cuenta la clasificación de Clavein-Dindo 8 y se consideró la técnica factible cuando fue posible realizar la pieloplastia por vía laparoscópica y resolutiva ante la ausencia de síntomas, disminución de la dilatación de la pelvis y cuando la función de la unidad renal evaluada por gammagrafía no progresó y mejoró el patrón obstructivo.

Los datos se recolectaron de las historias clínicas que se realizaron al momento del ingreso hospitalario; de los informes operatorios y del seguimiento en consulta externa y fueron procesados mediante el programa computarizado SPSS. Se determinaron los porcentajes, así como la frecuencia absoluta y el promedio. Se confeccionaron tablas.

RESULTADOS

Los pacientes que consultaron con SUPU y deterioro importante de la función renal (función renal menor de 30 %) fueron tratados mediante nefrectomía lumboscópica. En 31 pacientes, objetos de este estudio, que tenían una función renal mayor a 30 %, se realizó pieloplastia laparoscópica de Anderson-Hynes. La mayoría de los pacientes de la serie tenían menos de 40 años. No se incluyeron pacientes menores de 18 años. Predominó el sexo masculino y la relación entre hombres y mujeres fue de 4:3.

El sistema pieloureteral derecho fue el más afectado (58 %). Dos pacientes consultaron previamente por hidronefrosis infectada y se les realizó en otro servicio nefrostomía percutánea, otros dos pacientes también tenían nefrostomía, que se realizó para evaluar la función de la unidad renal. Adicionalmente en dos se había colocado JJ para aliviar los síntomas. Cuatro pacientes tenían litiasis renal asociada al SUPU. Para su extracción se realizó nefroscopia con el mismo laparoscopio empleado en la cirugía, una vez que se reseca la pelvis, lo cual permite la extracción de la mayor parte de las litiasis, en dos pacientes este abordaje fue resolutivo y en los otros dos quedó una litiasis residual en el GCI.

En el 100 % de los pacientes fue posible realizar la pieloplastia mediante abordaje laparoscópico, no se requirió conversión a cirugía abierta en la serie. La presencia de un vaso anómalo como causa extrínseca de la obstrucción, se comprobó en el acto quirúrgico en el 90,3 % de los pacientes. La causa intrínseca fue la fibrosis en dos.

El tiempo quirúrgico (TQ) promedio fue 190 minutos y el rango fue entre: 150-240 minutos. El sangrado fue escaso. El promedio de permanencia del drenaje fue 6 días y 6,2 días el de la sonda uretral. En los últimos 10 pacientes la permanencia osciló entre 3-4 días. El tiempo de permanencia del catéter ureteral estuvo entre 4 y 6 semanas, como promedio 5,2 semanas. La estancia postoperatoria promedió fue 7,7 días (tabla1).

Ocurrieron nueve complicaciones postoperatorias (29 %) (tabla 2), cinco de ellas relacionadas directamente con la técnica. Dos pacientes presentaron flebitis y dos infecciones urinarias que representan el 12,9 % de las complicaciones que fueron clasificadas como grado I.


El resto de las complicaciones, inmediatas o tardías, requirieron intervenciones quirúrgicas. En este grupo se encontraron dos pacientes que evolucionaron con colección urinosa intraperitoneal al día siguiente de la cirugía, por inadecuado funcionamiento del drenaje por lo que fue necesaria laparoscopia exploratoria, lavado y drenaje de la cavidad, así como cambio de catéter ureteral JJ a interno-externo. Con este procedimiento y el tratamiento antibiótico administrado se consiguió una evolución satisfactoria. Una paciente presentó una prolongación dell drenaje urinoso por más de 10 días que requirió colocación de un catéter ureteral interno-externo y posterior sustitución por JJ, por lo que está incluida en el grupo IIIb. El estudio anatomopatológico de la unión pieloureteral en esta paciente informó una hiperplasia papilar urotelial reactiva en el fragmento resecado (tabla 2).

Como complicaciones tardías una paciente presentó una hidronefrosis segmentaria del grupo calicial superior (GCS) por estenosis, con infección recurrente, lo que repercutió desfavorablemente en la función renal. Necesitó derivación con nefrostomía y finalmente se realizó una nefrectomía lumboscópica después de un año de realizada la pieloplastia, por lo que clasifica como grado IIIb. Un paciente presentó una re-estenosis de la UPU que evolucionó a una pionefrosis y a la sepsis, que requirió cuidados médicos intensivos y derivación urinaria mediante nefrostomía percutánea, clasificada como grado IVa. El paciente presentaba como co-morbilidad diabetes mellitus y obesidad, además tenía un catéter ureteral JJ previo a la pieloplastia. Finalmente evolucionó con deterioro de la función renal y se decidió nefrectomía (tabla 2).

La técnica fue exitosa en 29 pacientes (93,5 %). En dos, que representaron el 6,4 %, no fue efectiva la intervención quirúrgica. Ambos requirieron nefrectomía uno por re-estenosis de la UPU y otro por estenosis selectiva de un grupo calicial (probablemente relacionada con la remodelación y sutura de la pelvis) y deterioro de la función renal. Resultados comparativos se resumen en la tabla 3.


 

 

DISCUSIÓN

Para realizar la pieloplastia laparoscópica de Anderson-Hynes se consideró el abordaje transperitoneal por la sospecha de presentar un vaso anómalo como causa extrínseca de la obstrucción. Los vasos anómalos cruzando la UPU constituyen cerca de la mitad de las causas de obstrucción y predomina en los pacientes adultos 9,10,11. Los pacientes, en que no se sospechó preoperatoriamente esta condición, se abordaron por vía retroperitoneal y quedaron excluídos del estudio. La mayoría de los reportes de pieloplastia utilizan la vía transperitoneal en cualquier circunstancia, no obstante los estudios comparativos consideran ambos abordajes factibles y la elección depende de la preferencia de los cirujanos 9,12-16.

Como se conoce el SUPU se relaciona con alteraciones en la génesis del sistema uretero-pielocalicial por lo que se diagnostica en la etapa infantil o en los adultos jóvenes. En Cuba, al realizar similar investigación, se excluyeron a los individuos menores de 15 años y la media de edad fue de 37 años 11, similar a los resultados de esta serie. La literatura también refleja una mayor proporción de hombres: 5:25.

El sistema pieloureteral derecho fue el más afectado, paradójicamente a lo referido en la literatura que describe el predominio del lado izquierdo10,17. Sin embargo el resultado del estudio de Fernández11 fue similar a este.
En cuanto a la presencia de derivaciones urinarias (sondas de nefrostomía y catéter ureteral JJ) previas a la pieloplastia, es importante comentar la observación durante la cirugía de inflamación de la pelvis y el tejido perirrenal aún en los pacientes que no estaban previamente infectados, y por ende la mayor dificultad técnica para realizar el procedimiento. Por lo cual el equipo de investigación sugiere evitar la realización de nefrostomía previa así como colocar catéter JJ, excepto ante la necesidad de drenar una hidronefrosis infectada, en lo pacientes que tienen posibilidad de que la obstrucción de la UP sea corregida por abordaje laparoscópico.

La presencia de litiasis en el SUPU está descrita, así como su solución simultánea por vía laparoscópica. Otros autores también reportan litiasis y usaron el nefroscopio para su extracción durante la plastia de la pelvis. Para algunos autores la pielolitotomía, durante la pielolastia, es una de las pocas indicaciones de la cirugía laparoscópica para el tratamiento de la litiasis renal en la "era de la Endourología"9,18,19. Aunque no se observó peripielitis en todos los pacientes con litiasis, llamó la atención que en todos los pacientes en que esta se encontró tenían litiasis, sonda de nefrostomía o catéter JJ previo, por lo que estas son situaciones que pudieran comprometer el éxito de la cirugía.

Escobar7, al igual que en esta serie, tampoco necesitó conversión a cirugía abierta. Los impedimentos que se describen para realizar la técnica por vía laparoscópica son la presencia de una pelvis pequeña, los vasos polares y la perinefritis; por alguna de esas causas otros autores han reportado conversión 10,15.

Como se conoce el TQ está directamente relacionado con la curva de aprendizaje. Los reportes sobre este aspecto son variables. Lo que si queda claro en todos los estudios es que esta técnica, cuando se realiza puramente laparoscópica, tiene aún tiempos prolongados en los que influyen fundamentalmente la sutura intracorpórea, la colocación anterógrada del catéter ureteral JJ y la espatulación ureteral, de ahí que hoy sea la asistencia robótica la alternativa más empleada para realizarla10,1120,21.

El sangrado fue escaso y similar a lo reflejado en la bibliografía consultada7,11,17,22. El drenaje de orina fue más prolongado en los inicios de la serie, probablemente relacionado con la menor experiencia en la sutura intracorpórea. En la medida que aumentó la experticia del cirujano en la técnica, disminuyó el tiempo de permanencia del drenaje. Fernández y colaboradores tuvieron similares resultados, y prefirieron utilizar dos drenajes intraperitoneales, para evitar una posible peritonitis urinosa11. Otros autores mantuvieron el drenaje entre 2-5 días23.

La retirada de la sonda uretral estuvo condicionada a la presencia de escurrimiento urinoso por el drenaje intraperitoneal, por lo que no se retiró hasta que este fuera muy escaso o nulo, esa puede ser la explicación de que en esta serie su permanencia sea prolongada, a diferencia de otros autores7,17. Aunque se ha reportado por otros mayor período de cateterización uretral, incluso cuando la técnica se realiza por cirugía abierta22,11,24. Mantener la sonda uretral hasta que desaparezca el escurrimiento de líquido es una medida que garantiza una mejor derivación de la orina hacia el exterior lo cual es fundamental en el inicios de la curva de aprendizaje en que la sutura pudiera no ser óptima. En cuanto al catéter ureteral se ha considerado su permanencia el tiempo imprescindible para la cicatrización de la anastomosis. Las potenciales complicaciones de su empleo son el reflujo, la obstrucción, colonización, dislocación, calcificación, entre otras. Teniendo esto en cuenta y que la epitelización ureteral se completa a los 21 días, generalmente se considera innecesario mantener tutoreada la anastomosis ureteropiélica por más tiempo4,5,25.

La estancia hospitalaria se relacionó con la prolongación del tiempo de permanencia del drenaje intraperitoneal, motivo por el cual los pacientes no egresaron tan precozmente como lo reportado por otros autores. Escobar7, Fernández11, y Minnillo17, describen menor estancia hospitalaria.

Es importante evaluar no solo el número sino la severidad de las complicaciones por lo cual se aplicó la escala de Clavien Dindo 8. La facilidad y simplicidad de esta escala para evaluar la gravedad de las complicaciones postoperatorias, ha establecido en Europa, desde hace algunos años, un parámetro imprescindible en el análisis de las diferentes intervenciones quirúrgicas. Actualmente se utiliza ampliamente en la literatura médica para informar sobre los resultados en muchos campos de la cirugía 26,27. Resulta importante que no se reportaron complicaciones relacionadas con la vía de acceso, la insuflación de CO2 y la disección durante la cirugía. Szyde?ko28 y Juliano14 reportaron 18 % y 9,6 % respectivamente, de complicaciones postoperatorias en la pieloplastia, pero en series más numerosas de pacientes. El otro reporte realizado en Cuba informó 9 complicaciones en una serie de 22 pacientes lo que representa un 40,9 %11.

La flebitis se relacionó con la venipuntura y la infección urinaria estuvo en relación con el catéter JJ y se trató con medidas médicas y su extracción. Estas complicaciones son de acuerdo a su complejidad grado I8. La infección urinaria es una complicación frecuentemente reportada11,24. La colección urinosa intraperitoneal por su gravedad se encuentra en el grupo lIIb porque fue necesaria la cirugía para su solución 8. Es una práctica habitual de este grupo de trabajo enfrentar estas situaciones, siempre que sea posible, con métodos mínimamente invasivos, con resultados satisfactorios 29. Otros autores también consideran la re-laparoscopia una alternativa para la solución de las complicaciones en los procedimientos laparoscópicos urológicos30.

Se conoce que el abordaje transperitoneal del tracto urinario conlleva a un alto riesgo de contaminación con orina, lo cual es una de las desventajas que se le atribuye al abordaje transperitoneal en la cirugía urológica. La reintervención en las primeras horas de sospechado un urinoma es determinante para la satisfactoria evolución de los pacientes. La realización de una sutura adecuada de la pelvis, garantizar la derivación de la vía urinaria y el drenaje de la cavidad peritoneal son aspectos que permiten evitar esta complicación. Dentro de las técnicas urológicas que se realizan en el (CNCMA) , la pieloplastia laparoscópica es la que ha reportado este tipo de complicación con mayor frecuencia. En una serie de 150 pacientes fueron reportados cuatro urinomas y la mayoría de las complicaciones se relacionaron con el inadecuado funcionamiento del catéter ureteral 28,31.

En otras series el escurrimiento de orina ha ocurrido en un 6 %, y similarmente ha sido tratado de manera conservadora 32.

La obstrucción urinaria en pacientes previamente instrumentados tiene el peligro potencial de evolucionar a la sepsis, por lo que la rápida derivación de la orina, preferiblemente mediante nefrostomía percutánea, y la antibioticoterapia enérgica son medidas que permiten preservar la vida. El paciente con la complicación Grado IVa era además diabético, otro factor de riesgo conocido para la evolución desfavorable de los pacientes con hidronefrosis infectada. Es importante actuar con inmediatez, la demora en la toma de decisiones puede conllevar a graves consecuencias en la evolución del paciente, incluso a la muerte 29.

Para evaluar el éxito de la pieloplastia se han tenido en cuenta diferentes criterios. Unos han considerado por separado los criterios clínicos, radiológicos y renográficos y otros han considerado exitosa la cirugía cuando el paciente se mantuvo libre de dolor, ausencia de infección urinaria y no dilatación progresiva de la vía urinaria 11,20,33. En esta serie hemos considerado los tres criterios para la resolutividad o éxito de la técnica según quedó definida en la metodología. Los resultados se corresponden con los reportes internacionales de más de un 90 % de éxito, similar al que ha mostrado la pieloplastia desmembrada por vía abierta24.

La pieloplastia laparoscópica desmembrada de Anderson-Hynes empleada en el (CNCMA) es una técnica factible, como alternativa de tratamiento para el Síndrome de la Unión Pieloureteral en los pacientes adultos, con un adecuado índice de resolutividad y morbilidad.

 


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Recibido: 20-abr-2014

Aprobado: 19-jun-2014

 

Correspondencia: Tania González León Centro Nacional de Cirugía de Mínimo Acceso. La Habana, Cuba. Correo: taniagleon@infomed.sld.cu